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Miércoles, 23 de febrero de 2011   |  Número 27
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LA FEC ALERTA DE LA NECESIDAD DE DAR MÁS IMPORTANCIA A DETERMINADOS SÍNTOMAS
La enfermedad cardiovascular en la mujer está infradiagnosticada, infratratada e infrarrepresentada
Las mujeres tienen un 50 por ciento de probabilidades de morir por su primer infarto; los hombres, un 30 por ciento

Redacción. Madrid
Cada minuto en Estados Unidos y cada seis minutos en Europa fallece una mujer por enfermedad cardiovascular. Esta es la primera causa de mortalidad en el sexo femenino, por delante de otras enfermedades más asociadas a la mujer, como el cáncer de mama o la osteoporosis. De hecho, sólo una de cada cuatro mujeres reconoce que esta enfermedad es una amenaza mayor que el cáncer. En general, las enfermedades cardiovasculares suelen ser más graves en las mujeres; por ejemplo, los varones tienen una probabilidad del 30 por ciento de morir por su primer infarto, mientras que en ellas esta cifra se eleva hasta el 50 por ciento. Una vez superado este primer infarto, el 25 por ciento de los hombres morirá durante el año siguiente, un porcentaje que llega al 38 por ciento en mujeres.

Milagros Pedreira es miembro de la Sociedad Española de Cardiología y profesional del Servicio de Cardiología y Unidad Coronaria del Hospital Universitario de Santiago de Compostela.

A pesar del esfuerzo y del avance científico desarrollado en los últimos años, aún persiste una notable diferencia entre ambos sexos ante las enfermedades cardiovasculares. Un aspecto crucial es el retraso en el diagnóstico, como ha explicado Milagros Pedreira, miembro de la Sociedad Española de Cardiología y profesional del Servicio de Cardiología y Unidad Coronaria del Hospital Universitario de Santiago de Compostela.

Esta especialista ha puntualizado que “hay que tener en cuenta que la sintomatología, en ocasiones, es diferente, como ya se evidenció en estudios como el de MacSweeney”. “En este trabajo se identifican diferentes manifestaciones clínicas en mujeres con un infarto agudo de miocardio, como ausencia de dolor torácico, mayor presencia de dolor en la espalda, interescapular en el cuello, e, incluso, únicamente falta de aire. También es verdad que los síntomas en situaciones de menor urgencia con frecuencia en las mujeres se malinterpretan, relacionándolos con situaciones de ansiedad, estrés, etc.”, ha añadido.

Así lo demuestra un estudio presentado en Estados Unidos en 2008, que pone en evidencia que cuando un hombre y una mujer acuden a una primera visita en el servicio de Atención Primaria con los mismos síntomas, si la mujer explica que se encuentra en un momento de mucho estrés en su vida, sus síntomas se achacan erróneamente a esa causa, mientras que, en el caso de los varones, se pronostica correctamente una enfermedad cardiovascular y, por tanto, reciben antes un tratamiento adecuado.

Según los datos del estudio, ante a los mismos síntomas, el diagnóstico de enfermedad cardiovascular se da en el 56 por ciento de los varones, frente al 15 por ciento de las mujeres; el 62 por ciento de las visitas de los hombres se derivaron a un cardiólogo, frente a un 30 en el caso de las mujeres. Por último, se prescribe una medicación adecuada para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares al 47 por ciento de los hombres, mientras que solo se prescribe al 13 por ciento de las féminas. “De hecho, incluso las propias mujeres achacan, a veces, los síntomas de enfermedad cardiovascular al estrés, por lo que no acuden al médico, o lo dejan para más tarde, cuando su estado empeora”, ha comentado Milagros Pedreira.

Por estos motivos, la Fundación Española del Corazón (FEC) quiere alertar a las mujeres sobre la necesidad de cuidar su salud, y dar más importancia a determinados síntomas de enfermedades cardiovasculares que, en un primer momento, podrían achacarse a otras causas.

Desde el punto de vista del diagnóstico, algunas pruebas como las de esfuerzo tienen un valor limitado, y sus resultados pueden enmascarar el diagnóstico correcto, aunque también existen otras con una alta fiabilidad, como los test de provocación de isquemia, (tanto con esfuerzo físico como con administración de fármacos que aceleran el corazón), que se complementan con técnicas de imagen, como por ejemplo la ecocardiografía de esfuerzo, que han demostrado un excelente rendimiento diagnóstico. Está demostrado que este tipo de pruebas, al igual que en el caso de las coronariografías, se solicitan con menor frecuencia en el caso de mujeres, aunque refieran las mismas molestias que los varones.

Como consecuencia del retraso en la sospecha de enfermedad cardiovascular y de la menor utilización de algunos estudios complementarios, con frecuencia las mujeres reciben menos, o más tarde, el tratamiento necesario. Esto ha quedado de manifiesto en amplios registros como Crusade, que ha recogido datos de más de 165.000 pacientes de 400 hospitales norteamericanos en la última década.

Un obstáculo añadido para la mejora en la detección de enfermedades cardiovasculares en el sexo femenino es que la mayor información sobre la eficacia de las estrategias terapéuticas se obtiene de estudios y ensayos clínicos en los que se incluyen mayoritariamente varones, y esto sigue sucediendo aunque en los últimos años se ha exigido una mayor presencia de mujeres en la investigación clínica. Datos publicados recientemente en ‘Circulation Cardiovascular Quality Outcomes’, revelan que en ensayos de patología cardiovascular, en el mejor de los casos la inclusión de mujeres era del 44 por ciento en estudios de hipertensión arterial; el 40 por ciento, en diabetes; el 38, en ictus, y el 25, en enfermedad coronaria, a pesar de que estas son enfermedades muy frecuentes en el sexo femenino, sobre todo a partir de la menopausia. Las hormonas femeninas protegen a la mujer de la enfermedad coronaria al aumentar el colesterol HDL y disminuir la viscosidad de la sangre. Cuando llega la menopausia y la mujer pierde su actividad estrogénica, se multiplican los factores de riesgo cardiovascular, produciéndose más diabetes, aumento del colesterol, sedentarismo y obesidad.

La limitación en cuanto al tratamiento de las mujeres se ha intentado paliar con diversas iniciativas y estudios, principalmente en Estados Unidos, como WISE (Women Ischemic Study Evaluation), específicamente diseñado para tener una valoración completa de la enfermedad coronaria; sin embargo, este conocimiento no se ha traducido en un mejor cuidado de las pacientes femeninas.

Como concluía en una publicación de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Pilar Mazón, presidenta de la Sección de Hipertensión Arterial, “la enfermedad cardiovascular en la mujer es más frecuente de lo que pensamos, más grave de lo que esperamos, la diagnosticamos menos de lo que debemos y la tratamos peor de lo que creemos”.

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